lunes, 30 de noviembre de 2020

Páginas Libres

Sin partidos, sin alternativas y sin políticos

Por: Carlos Mora

Se suele afirmar que el acto democrático por excelencia en un país son las elecciones, sean estas las presidenciales, congresales, regionales, municipales, etc., pero, esto es falso en el Perú. La razón por la que se puede afirmar que en el Perú las elecciones mas que dar cuenta del régimen democrático que en el impera señalan la farsa en la que habitualmente se encuentra inmersa, puesto que la “democracia electoral” supone la presencia de propuestas alternativas de gobierno y tal cosa no existente en el Perú. 

Los actores principales de la democracia deberían ser los partidos políticos, si entendemos por partido político a la organización que se dan un grupo de personas provisto de un diagnóstico de la sociedad e ideales entornos a lo que se juzga que debe dirigirse una mejor sociedad, esto no tiene lugar entre nosotros. 

La presencia real de organizaciones políticas o partidos haría previsible la actuación de quienes llegan por la vía electoral al gobierno (presidentes, congresistas, gobernadores regionales, alcaldes, concejales, etc.) quienes elegidos buscarían darle una forma, una dirección o sentido al país, pero ese no es el caso. Los partidos políticos no existen el Perú. 

Lo que tenemos entre nosotros son grupos de individuos con prácticas mafiosas, con vientres insaciables, con inteligencias precarias para lograr la realización de ideales de justicia y bienestar para la comunidad. Pero, lo más descarado de estos grupos son sus felicitaciones a los que roban o dejan robar, porque ¡la hicieron!, ¡saben hacerla!, ¡no dejar rastros! o ¡compran impunidad!. 

Ahora bien, el que no exista partidos políticos en el Perú es deliberado, constituye la mejor forma de garantizar un remedo de acto democrático, pues las elecciones están decidiendo un rumbo para el país, el de la desintegración, con mafias nacionales enfrentadas a las regionales y locales, que han decido disputarse los recursos del tesoro público (dinero que juntos hemos contribuido a atesorar). 

En el Perú, los que elegimos se dedican a "recuperar" y "rentabilizar" la inversión hecha para llegar al cargo, y sin ningún rubor y con la creencia de que tienen un "derecho ganado", dejan que las decisiones más importante, las tomen aquellos que no elegimos, pero tienen el poder, los que se entretienen mirando el espectáculo producido por una ciudadanía que con ingenuidad cree que van a decidir con su voto.

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